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šNi Blancos ni Rojos. Es tiempo de los Vinos Naranjaš - Nota by Mariano Braga

23/11/2017
šNi Blancos ni Rojos. Es tiempo de los Vinos Naranjaš - Nota by Mariano Braga

Ni blancos ni rojos. Es tiempo de los vinos naranja

Mariano Braga - http://www.marianobraga.com/blog/ni-blancos-ni-rojos-es-tiempo-de-los-vinos-naranja/


 

Ahí en el medio, pero sin ser rosados tampoco. Botellitas extrañas que, saliendo de una uva blanca, terminan naranja rabioso. ¿Querés saber de qué se trata? Vení que te cuento todo.

Arranquemos con una suposición. Agarrás el manual con el ABC para elaborar un vino y, seguro, notás que la principal diferencia entre uno blanco y uno rojo está relacionada a la maceración, es decir, el tiempo de contacto entre los sólidos de la uva (en este caso representados por sus pieles y semillas) y sus jugos. Muchos componentes de aroma, sabor y color están concentrados en esos hollejos, con lo cual un breve periodo en roce supone que el líquido se impregnará de aquellos perfumes y tonalidades.

Vinos tintos macerados algunas semanas y blancos sin contacto alguno, ésa es la regla. ¿Pero qué es lo que pasa cuando el enólogo toma una uva blanca y, en la bodega, incluye hollejos, sube las temperaturas de fermentación y los cría en barricas? Ok, de eso se trata el mundo de los vinos naranja.

Una gran cantidad de pigmentos y polifenoles (entre los que encontramos los taninos, responsables de la sensación de sequedad en el paladar) duermen en la piel de las uvas y, por esto, la mayoría de los productores prefieren evitar la adición de éstos al vino blanco. El problema que puede presentarse es que, al beberse éste más frío, el resultado sea una exacerbación del tanino, algo demasiado astringente y poco agradable al paladar.

Pero de excepciones sobran casos. Casos en los que los vinos claritos se dejan macerando con sus hollejos durante días, semanas o incluso meses. El resultado es un color intenso que fluctúa entre los rosados y los naranjas intensos, además de la textura que adquieren: más intensos, untuosos y algo tánicos. Estos blancos macerados no son exclusivos de una región geográfica ni están enfocados en apenas algunas variedades de uva, su producción no respeta fronteras y varias casas alrededor del mundo se dan el gusto de elaborarlos. Los países balcánicos, fundamentalmente Croacia y Eslovenia, tienen una larga tradición en esta materia, aunque es Italia el lugar en el que, actualmente, los vinos naranja pisan más fuerte. Tanto en Sicilia como en la zona noreste del país se continúa con la tradición generalmente vinculada a las cepas más clásicas de allí como la Carricante, la Grecánico Dorato y la Coda di Volpe. Hay ejemplos también en el Nuevo Mundo, con casos puntuales (y excepcionales) en Estados Unidos, Argentina (el Torrontés Brutal de Passionate Wine) y Australia.

¿Vos los probaste alguna vez? El viaje sensorial, te aseguro, bien vale el intento.

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