Trimbach es una bodega cuyo orígen se remonta a 1626 y que está ubicada en la ciudad medieval de Ribeauvillé. La familia Trimbach ha estado a cargo de la misma durante 13 generaciones y actualmente cuenta con más de 15.000 hectáreas de viñedo. Unas 1.600 de las cuales están calificadas como Grand Cru. Durante toda su historia han elaborado vinos afrutados pero estructurados, elegantes, equilibrados y longevos.

No hace crianzas en foudres ni barricas pero sus vinos siempre pasan unos meses o años de crianza en botella en la bodega para que salgan en su punto óptimo al mercado.

Procedente de los viñedos propios de la familia Trimbach y de productores con los que la familia tiene relaciones a largo plazo, este gewürztraminer es uno de los vinos más singulares de la firma de Ribeauville. El gewürztraminer es la más afrutada y especiada de las variedades que se cultivan en Alsacia y es precisamente allí, en la periferia del Parque Natural de los Vosgos, donde tan afamada uva alcanza su versión más próxima a la perfección.

Después de la vendimia, las uvas son llevadas directamente a la bodega, donde fermentan en depósitos de acero inoxidable y hormigón con temperatura controlada. El vino obtenido no realiza la fermentación maloláctica, conservando así el frescor natural de las uvas, su acidez natural, algo imprescindible para equilibrar el volumen y las sensaciones amables del Trimbach Gewürztraminer. Se lanza al mercado después de dos años de envejecimiento en bodega, cuando tiene el balance perfecto entre fruta y acidez.

De color oro pálido, en su nariz se sienten la canela y la nuez moscada, pero también el lichi y los pétalos de rosa. En boca es amplio e intenso, equilibrado y absolutamente delicioso. Asoman nuevas notas a cada instante, cera de abejas y pino, cuajada de limón y almendras, incluso un sutil recuerdo a hidrocarburos. Termina completamente seco, con un toque de mandarina en su largo final. Es un vino que combina la moderación clásica con la personalidad exótica y picante de la variedad.

Su carácter seco lo convierte en un vino ideal para aperitivos, pero por su volumen y su aroma, es capaz también de hacer buena compañía a platos mucho más contundentes, tales como carnes salseadas o especiadas, platos exóticos y de cocina de fusión o el famoso queso local: el Munster. No teme ni tan solo a un queso azul intenso como el roquefort; se atreve incluso con el foie.